LA DESVENTURA DE UN MERCANTE NAUFRAGADO, PENDIENTE DE INVESTIGAR

Historia del naufragio de un mercante: “Vientres de acero, corazones humanos”

 

Queremos compartir con vosotros un libro sobre los temas que nos gustan, que son todos los relacionados con la mar y los barcos. Su título es “Vientres de acero, corazones humanos”, y se trata de un relato sobre naufragios reales ocurridos en Canarias y en el Mediterráneo. Un libro que engancha y que se va poniendo trágico y misterioso conforme pasas las páginas y te adentras en lo repentino e inesperado de un naufragio.

El flamante buque también tendría un flamante capitán. Un joven de 29 años, recién ascendido, pues será su primer mando, su primera campaña como capitán. Al igual que el flamante buque, sus tres mandos de cubierta fueron primerizos en sus nuevos cargos.

En el puerto de Argel pasarían las navidades de aquel año. Para 11 de sus 18 tripulantes, serían sus últimas navidades.

Nadie podía sospechar, en aquellos momentos, que el próximo cargamento sería el fatal cargamento. Sería el último viaje para que el pequeño mercante de reciente construcción, que se llevaría la vida de 11 de sus tripulantes y al resto les haría pasar las peores horas de su vida.

 

 

Es sólo un trocito de un relato que va mascando la tragedia, poco a poco, hasta el clímax de lo que tenía que suceder, pero el autor no se detiene en ese momento. Sigue adelante en una nueva etapa del barco, la del silencio que debe ser roto, sobre todo para rasgar el velo de cosas que se hicieron mal y se ocultaron. Pero, ¿se hicieron mal las cosas adrede? Y si no es así, ¿por qué se intentaron tapar tantas situaciones? Este libro centrado en naufragios reales nos deja más preguntas pendientes que verdaderas respuestas, si bien nos da buenas dosis de información para decidir por nosotros mismos.

 

El momento terrorífico del naufragio

 

El lector conocerá a fondo, de forma amena y realista, la increíble aventura de entregar a las olas un barco y las vidas de sus trabajadores. Pero mucho más conoceremos, a veces de forma angustiosa, pero siempre emocionante, el lamentable y terrorífico momento en que la tripulación se entera de que se encuentran en problemas.

El jefe de máquinas, tripulante de más edad a bordo, había salido de guardia se encontraba en su camarote leyendo. El bandazo que dio el buque fue tan violento que se le salieron todos los cajones de la parte inferior de la cama. Entonces se susto y acertadamente pensó que había habido un corrimiento de la carga.

 

 

El pánico de una situación como está, en la soledad de alta mar, con la violencia propia de un oleaje embravecido, produce congoja en el lector y le anima a seguir leyendo para saber exactamente cómo termina la epopeya de un naufragio real, primero, y más tarde seguir la investigación del autor sobre los verdaderos motivos de este desastre marítimo.

 

La soledad del mando en un naufragio

 

Personalmente, lo que más me ha impresionado, aparte de esa incertidumbre que produce el libro desde el principio, sobre lo que de verdad había sucedido, son esos momentos de pánico iniciales en los que la tripulación se da cuenta de que están en un grave problema. Un problema de vida o muerte.

A bordo del buque siniestrado, la situación en empezó a ser confusa. Todo el mundo, comprensiblemente, querían subirse a los botes. Dos hombres, cuando intentaron hacerlo, cayeron por la borda y la enorme fuerza de la mar se lo llevó. Un marinero, inocente e imprudentemente, logró él solo poner a flote y embarcarse en el chinchorro del buque. La mar hundió el chinchorro y se lo llevo al fondo.

 

 

Me gusta mucho como se describe en el libro los diferentes roles a bordo del barco y cómo un naufragio afecta a cada uno. Y tiene que ser impresionante vivir todo esto con el rango de Capitán, a medias entre el miedo y el sentido del deber. Porque muchas cosas y muy románticas se han escrito, en las novelas, sobre el sacrificio del Capitán que se hunde con su nave, pero casi nunca han sido marinos los que han firmado esos relatos. Desde un barco y la experiencia de marinero de muchos años, con tantos peligros como encierra la mar, las cosas se ven de modo bastante diferente. Y tal es el caso del autor, Juan José Aja Sollet, marino de profesión y verdadero lobo de mar:

El joven capitán viviría la amarga experiencia de ver su barco mortalmente herido. Experimentaría la soledad del mando, la “amarga soledad del mando” en el peor trance que se puede concebir para el capitán de un navío cuando el fatal destino te juega esa mala pasada.

 

¿CÓMO OCURREN LOS NAUFRAGIOS ACTUALES?

¿Cómo es un naufragio?

 

“Vientres de acero, corazones humanos” es un relato que tiene poco de ficción. En este libro sobre naufragios se dan muchos datos que nos ayudan a entender todo lo que significa este tipo de desastres desde el punto de vista humano, para empezar:

El médico de Napoleón les inyectó coramina (a los supervivientes), estimulante del sistema circulatorio. Les dieron té caliente con ron y fricciones en las piernas. Más tarde llegaría a Marsella el buque danés Normandie con los otros dos náufragos. Al reencontrarse, los siete náufragos se abrazaron.

Pero también se nos da una idea de lo que significa perder un coloso de la mar, pesquero o bulkcarrier, porque detrás de estas inversiones flotantes hay sueños y ahorros y en definitiva, personas. Seres de carne y hueso que han puesto sus esperanzas en un proyecto que ha naufragado, algunos aportándolo todo (los muertos), pero otros contribuyendo con las fuertes inversiones que suponen perder un barco y hacerse responsable de su hundimiento. Es mucho dinero.

 

 

Con sólo 6 meses de vida útil (el barco naufragado en el cual navegaban estos náufragos y que es el protagonista más trágico y último del relato), como una criatura recién nacida que rebosante de salud y llena de esperanza, tuvo una muerte súbita y trágica. Fue una pérdida económica importante, cierto, pues el barco estaba valorado en 325 millones de pesetas, mucho dinero en aquella época en que fue construido.

Sí, era una cantidad de dinero importante. Un dato que podría darnos una idea de lo que suponía aquella cantidad podría ser la comparación con el valor de las viviendas en aquella época. Pues bien, un piso de 75 metros cuadrados útiles, de 3 habitaciones, rondaba el millón 700 mil pesetas. Con lo que con aquel valor podría decirse que podían haber comprado, al menos, 190 pisos de esa hechura, que eran los más habituales.

Y una vez que consideramos estos datos económicos, podemos empezar a cuestionarnos si no habrá misterios por resolver en los naufragios de barcos mercantes que apenas nadie investiga.

 

La cara humana de un naufragio: las víctimas, el miedo y las familias

 

Sin embargo (y volvemos aquí a la tragedia de los corazones humanos), si bien es verdad que fue una pérdida económica importante, no era comparable la tragedia infinitamente más grave que sin lugar a dudas fueron las vidas humanas. Las vidas que el buque se llevara consigo.

Se hundió llevándose al abismo abisal a más de la mitad de su dotación. Más de la mitad de sus tripulantes le acompañarían en el viaje final de no retorno. Aquellas vidas de seres humanos, en plena juventud, igualmente apenas habían vivido. Apenas habían tenido el tiempo suficiente para poder desarrollar todo su potencial profesional. Vidas truncadas, padres de familia que dejaron hijos, hijos de muy corta edad en amarillo de los casos. En algunos incluso fueron niños recién nacidos.

 

Es impresionante considerar el alcance de un accidente naval grave en todos los aspectos. Investigar algo así tiene que ser una responsabilidad tremenda para todos los implicados, inclusive en los que asumen las pérdidas económicas de los accidentes navales, en las cuales destacan las indemnizaciones de muertos y heridos en naufragios, por lo que cabe pensar que tales personas sufrirán unas grandes presiones. Lo lógico es que estas personas que van a asumir los costos de todo se lo intenten trasmitir a otros, es obvio que hay intereses creados en algo tan caro y dañino para la imagen como la responsabilidad en el naufragio de un mercante,

La ciudad donde se construyó el buque, la misma del domicilio de la empresa armadora, era también la misma ciudad donde viven y de dónde eran oriundos la mayoría de los tripulantes del desaparecido mercante.

 

 

Naufragios misteriosos pendientes de resolver

 

Y aquí es donde viene la moraleja y el trasfondo verdadero de este libro sobre casos reales de naufragios en el Mediterráneo y el Atlántico, uno de ellos en aguas españolas. Un trasfondo tan oscuro como esa profundidad abisal en la cual descansan muchos de estos barcos desgraciados.

Pero lo mismo una lámpara cuando se le termina el combustible se va extinguiendo, también de aquel acontecimiento cuando dejó de ser noticia dejó de hablarse, de aquella tragedia.

Sin embargo, creo sinceramente que quedaron en el aire muchas incógnitas sin aclarar.

Así fueron pasando los años y muchos años después todo quedo en el olvido. Este acontecimiento trágico, ya olvidado, solamente permanece en el recuerdo de los pocos supervivientes que aún quedan y de los familiares de los muertos y desaparecidos, ya ancianos todos. Algunos, me consta, prefieren no recordarlo. Muchas personas de las nuevas generaciones, gente de más de 40 años de edad, que aún no había nacido, cuando les preguntas si alguna vez oyeron a las de este trágico naufragio te contestan que nada saben, que nada oyeron.

 

Ni tan siquiera (y esto a mí me parece de lo más inquietante de todo el asunto) pasó a formar parte de una lista de naufragios trágicos. Un informe, un mísero informe oficial escueto.

No, ni siquiera formó parte de un listado oficial, a pesar de ser un naufragio trágico con víctimas.

Por la parte que me toca, me sentí tocado por esta falta de interés total en el Estado y en general en la sociedad. Como si estas personas que sufren los naufragios no existieran. Pero “Vientres de acero, corazones humanos” es un relato que pretende rasgar ese manto de silencio y olvido y hablar claro sobre casos reales de naufragios nunca investigados.

EVITAR LOS ACCIDENTES EN EL MAR

Vívido relato de un naufragio real

 

El autor cuenta los casos reales de naufragios que él ha vivido en primera persona, porque son barcos que ha conocido y compañeros que, como él, trabajaron a bordo de los mismos durante año. Y se ha tomado la enorme molestia de investigar muchos aspectos inéditos de un naufragio en concreto, un mercante de tamaño mediano, para dignificar entre otras cosas las humildes vidas de tantas víctimas de ese accidente marítimo. Personas que tenían nombres y apellidos, familias y amigos, todos ellos (como el barco) con un puerto de origen en común, por lo que se trató además de un drama muy concentrado. Como lo fue el Desastre del Machichaco en su día, en el Santander de finales del XIX.

Sin embargo, y es una de las enseñanzas más penosas del libro, a nadie ha parecido preocuparle tanto lo ocurrido. Había una especie de manto de silencio sobre la verdad del naufragio del Solangelo, por ejemplo, nombre ficticio de uno de los buques, que sin embargo es el relato de un caso de naufragio real. Un barco de verdad con una dotación que padeció las consecuencias de un problema o mejor dicho de varios, lo dejo a juicio del lector, y que algunos pagaron incluso con la vida. Personas tan inocentes como la propia mujer del Capitán, que poco tendría que ver con los condicionantes técnicos del buque que mandaba su marido, pero que como el resto se vio involucrada en las consecuencias del naufragio trágico.

 

 

¿Cuántos barcos se hunden cada día en el mundo?

 

Aunque parezca mentira, nadie lo sabe con exactitud. O, mejor dicho, casi nadie. Recuerdo perfectamente de mi estancia en Londres una conversación con un auditor que me contó que había visto, en los anales de naufragios del Banco Lloyd´s, especializado en el negocio marítimo, la gran cantidad de barcos que se van pique cada día en el mundo. Y me dijo que le había sorprendido muchísimo la cifra.

No te imaginas cuántos barcos se hunden cada día el mundo.

Y es que nosotros sólo nos enteramos de los naufragios más espectaculares, como el Costa Concordia o el Prestige, aunque ahí también puede haber una trampa. Porque todos sabemos lo que pasa cuando algo se hace público de manera muy intensa. Y es que a lo mejor interesa echarle la culpa a alguien de algo, como cuando los yanquis volaron su propio barco de guerra en el puerto de La Habana: el atentado de falsa bandera del USS Maine. Porque también existe el terrorismo de Estado naval, aunque sea un gran desconocido para la mayoría.

 

 

“Vientres de acero, corazones humanos”: una tesis sobre los accidentes que se pueden evitar

 

Lo que quiero decir, en línea con lo publicado por el autor de “Vientres de acero, corazones humanos”, es que lo que importa aquí es siempre la intención. Ver qué podemos sacar de cada tema, en este caso de la muerte trágica de los barcos, pues la verdadera razón puede ser ocultada o incluso cambiada para acusar en falso a terceros. Un caso reciente es ese famoso sabotaje en un petrolero británico, en aguas del Estrecho de Ormuz, el cual se pretendió utiliza contra la República de Irán. Porque la verdad es siempre la primera baja de toda guerra, pero también lo puede ser de un naufragio cualquiera en tiempo de paz.

Como ocurre con los accidentes de tráfico o aéreos, o ferroviarios, en los cuales se manipula muy a menudo lo sucedido para conseguir obtener un objetivo concreto, el cual normalmente es económico. Y no siempre un beneficio legítimo. Pero ahora, si queremos conocer la realidad del tráfico marino y la investigación de los accidentes en el mar, tenemos este magnífico y realista libro sobre casos reales de naufragios misteriosos.

 

 

¿QUIÉN INVESTIGA LOS ACCIDENTES EN EL MAR?

¿Por qué se hunden los barcos y quién investiga los naufragios?

 

“Vientres de acero, corazones humanos” es el último libro sobre naufragios reales en alta mar. Un relato sobre accidentes en el mar que te sitúa en el camarote de un barco, en su cubierta o en su sala de máquinas. Te hace sentir parte de una tripulación que vive además momentos trágicos.

El autor señala desde el principio a fallos y cosas extrañas que van a rematar en lo que sucedió. Y no es el último de los factores señalados una más que presunta corrupción, pues el tema de ahorrar en seguridad no es nuevo para nadie. Y es sólo uno de tantos ejemplos de prácticas corruptas en el mar, porque hay más. De hecho, hay demasiadas cosas que se pueden hacer mejor o peor en un barco, ya desde antes de botarlo siquiera, por lo que corrupción no significa sólo robar. Y hay muchas cosas que se deben revisar constantemente y también, probablemente, un no tan alto interés de las autoridades por asegurarse de que esto es así. De hecho, es una pregunta que el autor se repite a lo largo del relato, por muchas veces y sin darse respuesta del todo:

 

¿Quién supervisa las buenas prácticas marineras de todos los barcos que circulan por la mar?

El ejemplo más claro de los efectos de la corrupción lo tenemos en la política y más en concreto en las famosas comisiones, en la contratación de servicios por la Administración, de las que participan todos los niveles de esa dirección política: ayuntamientos, gobiernos locales y en general puestos administrativos que tiene la peculiaridad de que son personas que no están administrando sus propios sino los ajenos. Lo mismo sucede también, a menudo, con los mismos oficiales de los barcos, como delegados plenipotenciarios de todo lo que sucede en un barco.

Y esto les convierte en pequeños dioses a la deriva, con todo lo que esto conlleva en responsabilidades, las cuales exceden con mucho la simple cuestión de quedarse con la pasta o ahorrar en botes salvavidas. Sobre todo, si tenemos en cuenta que el control al que son sometidos los naufragios es limitado, ya de entrada, por lo difícil que es acceder a los buques que se van a pique.

 

Malas prácticas marineras a bordo de barcos naufragados

 

Pero, ¿puede ser que los propios beneficiarios de las medidas de seguridad, los oficiales que dirigen los barcos, se equivoquen de forma tan torpe que comprometan la seguridad de todos y para empezar sus propias vidas? Es una absoluta paradoja, sí, pero no tan rara si uno se da una vuelta por una obra o fábrica y contempla cómo se hacen las cosas en los barcos.

¿Lleva todo el mundo el casco puesto? ¿Está todo el mundo asegurado, todas las horas laborales, y adiestrado en medidas de seguridad en el trabajo? Y si la respuesta es negativa a estas preguntas, en tierra firme, podemos imaginarnos qué no pasa en mar abierto, a muchas millas náuticas del inspector más cercano.

 

¿Hasta qué punto ha habido errores tontos y corrupción en los barcos, de varias clases, en el camino de factores diversos que desemboca en un naufragio? ¿Quién se ocupa de investigar los naufragios y depurar las consecuencias de todo tipo, legales y hasta penales, que pueden derivarse de la falta de medidas de seguridad o malas prácticas marineras?

Todo el mundo habla de la corrupción política, que es una auténtica pandemia mundial, pero en el tema de los barcos también se ha dado este tipo de corruptelas durante milenios. El ejemplo más tremendo lo tenemos en el gran naufragio de Santander, como decíamos, donde un caso de contrabando de dinamita produjo la mayor catástrofe de la historia de Europa, comparable a la explosión de Beirut en tiempos recientes. Sin embargo, este tipo de corruptelas navales no siempre se saldan con muertos, gracias a Dios, sino que son casos más silenciosos y que cumplen ese lema mafioso: haz que parezca un accidente”. Pero es una problemática actual y muy real de la cual ha participado, como testigos de excepción, el autor del libro “Vientres de acero, corazones humanos”.

 

 

Demostrar la causa de un naufragio en alta mar no es tarea fácil

 

Y siempre quedarán dudas para la posteridad. ¿Se hizo todo lo que se pudo según, además, del código mundialmente aceptado de las buenas prácticas marineras? ¿Contaban con todo el material necesario y se dieron las órdenes oportunas? ¿Por qué no se ha investigado más este naufragio que costó tantas vidas? ¿Qué se puede decir sobre la influencia de la mercancía en lo que sucedió?

Son preguntas que flotan constantemente en este análisis a posteriori del naufragio, acerca del barco del relato, cuando incluso los testimonios de los supervivientes son a veces contradictorios. Cuando no se puede encontrar respuesta a temas tan obvios como por qué no se hizo esto, que es lo apropiado según las buenas prácticas marineras, o dónde estaba este material indispensable para la seguridad marítima. Preguntas que el autor lanza a las olas y a los no supervivientes, cuyo testimonio nunca volvió a la costa, pese a que afirma tener “apariciones” por parte de oficiales clave en un naufragio con víctimas mortales: muertos en la tragedia que, no obstante, parecen querer contar su triste historia desde el más allá. Es un poco la idea central de “Vientres de acero, corazones humanos”, una historia de misterio real que tiene que tener sus respuestas. Y es tarea de todos investigar los accidentes de algunos, sí, porque nosotros podríamos ser los siguientes.

 

La autopsia de un naufragio: demostrar la causa de muerte de un barco

 

Juan José Aja Sollet es un profesional de la Marina de la cabeza a los pies, con toda una vida dedicada al trabajo en la mar, que no ha querido guardar sus secretos ni llevárselo al fondo del mar, como tantos de esos barcos naufragados cuyo crimen no ha sido todavía ha revelado. La causa verdadera de su muerte en alta mar, sin testigos válidos, pero si con el móvil espurio de obtener beneficios de donde no se pueden sacar. De donde no se deben sacar. Pero el problema aquí es que es muy difícil demostrar la causa de muerte de un barco, pues no es fácil hacer la autopsia de un coloso de acero, tumbado a muchos metros de profundidad bajo el agua. Y las compañías aseguradoras de los buques suelen conformarse con la versión oficial de los tripulantes, de las propias navieras, que por supuesto cuentan la historia que más les conviene y que no siempre se ajusta mucho a la realidad.

Y quiero, ante todo, destacar la enorme sensibilidad de compañero que muestra en autor, en todas sus líneas, al describir todo el drama humano que supone haber perdido a tantos anónimos colegas de profesión, ya en el triste olvido de todos.

Galdós y Cantabria

Galdós y Cantabria

JOSÉ RAMÓN SAIZ VIADERO
ELDIARIOCANTABRIA10/05/20
El 10 de mayo de 1843 nacía en Las Palmas de Gran Canaria Benito Pérez Galdós. Se cumple, pues, en estos días el 177 aniversario de la llegada al mundo de este escritor canario, español y universal.
La mayor parte de su existencia transcurrió en Madrid, siendo ésta la ciudad en la cual fallecería el 4 de enero de 1920, pero también durante más de la mitad de su vida estuvo visitando asiduamente Santander, donde en el año 1893 inauguró su propia residencia: la finca “San Quintín”, emplazada en los aledaños de la península de La Magdalena cuando su enclave funcionaba solamente como restos de un bastión defensivo ante un hipotético ataque por vía marítima.
La crisis pública provocada por la aparición y la extensión de la pandemia del coronavirus ha venido a interrumpir, entre otros muchos eventos de carácter cultural, las actividades previstas en diversos puntos de España con motivo de la conmemoración del centenario del fallecimiento del autor de los Episodios Nacionales.
Santander, como no podía ser de otra manera, tenía en funcionamiento un extenso programa dedicado a desgranar la intensa relación que con esta ciudad mantuvo don Benito, fruto de la presencia a lo largo de 46 años de su existencia. Relación que se componía de múltiples señales diseminadas en sus publicaciones, estrechas amistades y unos lazos sentimentales más o menos perecederos, culminado todo ello con la erección de la ya citada “San Quintín” que, pese a la gran transformación sufrida en su edificación en el transcurso de la segunda mitad del siglo pasado y la pérdida de su carácter intelectual, aún perdura en el mismo lugar.
Sorprende que mientras el Ayuntamiento de Santander ha programado una serie de actividades galdosistas, el Gobierno de Cantabria haya permanecido hasta la fecha ajeno a la posible recuperación de la figura del autor de un libro tan importante para la región como fue el relato de viajes titulado Cuarenta leguas por Cantabria (1876-1877). Porque tanto Galdós, como su entrañable colega y amigo José María de Pereda (1833-1906), son dos autores de suma trascendencia para comprender algunos aspectos de la historia y personalidad de Cantabria; ambos viajaron en calesa por el Occidente provincial en compañía del comerciante Andrés Crespo, y resultado de esa larga y fecunda excursión nació la serie de reportajes periodísticos que pronto daría lugar al libro anteriormente citado, situado cronológicamente entre Costas y montañas: diario de un caminante (1871), de Amós de Escalante, y Desde la Montaña (1894), de Emilia Pardo Bazán.
Cuando en el verano de 1871 llegara por vez primera a Santander era un joven periodista de 28 años, flamante autor de dos novelas que abrirían su extensa bibliografía: La Fontana de Oro (1870) y La sombra (1871). Una bibliografía que superará con creces el centenar de títulos, en los cuales se encuentran comprendidos la narrativa, el teatro y alguna miscelánea de escritos procedentes de su etapa periodística: solamente los Episodios Nacionales constituyen 46 volúmenes, que hubieran sumado algunos más si la ceguera y la decadencia física del autor no hubieran abortado su producción unos años antes de su fallecimiento.
La huella galdosiana en Cantabria no solamente ha quedado reflejada en la denominación de algunos centros educativos, como el Colegio Público Pérez Galdós, en Requejada-Polanco, sino también repartida muy profusamente en el nomenclátor callejero santanderino: recuerdo haber publicado (Alerta, 3/5/1997) una glosa recogiendo denominaciones que recordaban la figura y algunas de las obras del maestro de la novelística, de la misma manera que su nombre aparece en ciudades y villas tales como Castro Urdiales, Reinosa, Santoña y Unquera; en esta última recordando, según aseguran los naturales del lugar, que fue en la casa de postas “La Corralada” donde se hospedó Galdós en su paso para escribir Cuarenta leguas por Cantabria.
El autor de Fortunata y Jacinta (1887) fue un maestro de la literatura cuya personalidad no siempre concitó adhesiones, como se demuestra en el contenido de Galdós en la hoguera (1994), el libro de Benito Madariaga. Sin embargo, su serena personalidad contribuyó a superar los escrúpulos que lo avanzado de sus temas novelísticos y teatrales pudieron despertar en amigos tan conservadores como Pereda y Marcelino Menéndez y Pelayo; pero hasta el final de su vida, y todavía muchos años más tarde, hubo de sufrir la persecución de fuerzas eclesiales que se encontraron reflejadas en sus algunas de sus obras y trataron de impedir la difusión, llegando incluso a boicotear en 1912 la posibilidad de la concesión del Premio Nobel de Literatura. Una enemiga que se había reforzado a partir del estreno teatral de Electra (1901), cuando muchos clérigos pudieron verse retratados en el siniestro personaje de Pantoja.
El joven periodista santanderino José del Rio Sainz, popularizado ya su seudónimo de Pick, reconocía la animadversión de origen jesuita inculcada en sus años adolescentes hacia la figura de don Benito, y después de la muerte de éste se convirtió en su más fervoroso admirador. Ya se sabe que los españoles sabemos enterrar muy bien.
Algunos otros, embriagados aún por cierto tufillo clerical, continúan negando la verdadera trascendencia de la obra escrita por quien se constituye en émulo de Cervantes, como en Gran Bretaña se considera de Shakespeare a Walter Scott o Charles Dickens, a la altura del Víctor Hugo francés de La comedia humana.
Una vez fallecidos Pereda, Menéndez Pelayo y el propio Galdós, en Santander solamente quedaba la sombra del maestro cultivada en “San Quintín” por Manuel Rubín, el guardián asturiano de sus tesoros, recibiendo las visitas de Pick y de Valentín Azpilicueta Gonzalo, reivindicadores de que la figura señera del autor de El abuelo (1897) tuviera una continuidad eterna en Santander, mediante la creación de un Museo Galdosiano en la finca por él construida. Vanos propósitos, puesto que la estulticia política y la guerra civil quebraron el proyecto de adquisición de la finca por parte del Estado español. Y al exilio exterior hubo de partir el republicano conservador Azpilicueta y en el exilio interior hubo de permanecer el republicano también conservador Pick, poniendo sordina a sus antiguas simpatías galdosianas.
Fue un particular el que se hizo con la propiedad y acabó transformando completamente el inmueble, como ya se ha dicho, quizás con la intención de exorcizar fantasmas allí residentes. Cuando escribimos la Guía secreta de Santander (1975), mi inolvidable colega Pedro Vallés Gómez y yo dejamos constancia de la tropelía sufrida, mediante la cual se acababa completamente con el propósito de convertir aquella casa en templo de la sabiduría galdosista, iniciativa que se hubiera adelantado a la creación de la Casa-Museo de Las Palmas de Gran Canaria, constituyendo, junto con la Biblioteca Menéndez Pelayo y la Universidad Internacional de la Magdalena, un importante trípode cultural santanderino. Nunca conseguí traspasar aquellos muros, cuya puerta, por cierto, logró salvarla Madariaga al enviarla a Las Palmas, donde reposa actualmente.
Pero hace unos pocos años, con motivo de la grabación del cortometraje documental El hotel vacío (2013), gracias a la gestión efectuada por el entonces alcalde Íñigo de la Serna pudimos entrar en el palacete el difunto cronista oficial Benito Madariaga de la Campa, Manuela Alonso Laza, y un servidor, para dejar grabados nuestros recuerdos galdosistas ante la cámara en el mismo jardín que tantas páginas de historia y tantos personajes viera desfilar entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, la mayor parte de los cuales han quedado contabilizados en las páginas de mi libro Los visitantes de San Quintín (1995).
Galdós merece un homenaje no solo de Santander, sino de Cantabria entera. Un homenaje que renueve los vínculos mantenidos con la ficticia Ficóbriga, suma de tantos paisajes costeros cántabros, en su novela Gloria (1876-77); con la Villamojada que es Torrelavega en su novela Marianela (1878), en la cual también aparecen las localidades próximas de Cartes y las minas de Mercadal en Reocín; con el romanticismo de Santillana del Mar -“la villa difunta”, “la Brujas española”-, Comillas y San Vicente de la Barquera, el desfiladero de La Hermida, Potes “villa adusta y señora de estos adustos lugares”… y tantos lugares descritos con motivo del recorrido de sus leguas cántabras; con el Puente Viesgo a cuyo balneario llegó para tomar baños con el entrañable periodista José Estrañi; o con el Polanco al que acudía a visitar a su amigo Pereda cuando éste pasaba los veranos en lo que denominaba su “laboratorio”, y para cuyo cementerio su amigo canario diseñó la tumba que sirvió de recogimiento final de los restos del autor de Sotileza (1885).
Un homenaje que no sea producto pasajero y volátil devenido puntualmente de la celebración de una efeméride centenaria, sino tributo de la admiración constante hacia la personalidad de quien un día finisecular quiso rubricar su relación santanderina incluyéndose en el padrón de vecinos. Fue en la perediana cuesta del Hospital donde nació en 1891 su única hija reconocida: María Pérez-Galdós Cobián, la heredera de “San Quintín”, fruto de la larga relación amorosa mantenida por el escritor con la modelo asturiana Lorenza Cobián González; y el municipio astillerense y el lugar de Monte fueron residencia última de su amor por Concha Ruth Morell (la Tristana literaria, investigada por Matilde Camus), dos ejemplos de la extensa relación de mujeres que desfilaron por la vida sentimental del que fuera solterón de nacimiento.
Quedan los nombres aportados por Cantabria a la lista de algunos ensayistas y biógrafos galdosianos Carmen Bravo-Villasante, Ricardo Gullón, Pedro Ortiz-Armengol, Benito Madariaga de la Campa, ya desaparecidos, así como la reciente Premio Comillas de Biografía Yolanda Arencibia, con quienes hemos compartido jornadas galdosianas en Las Palmas de Gran Canaria, acompañados, entre muchos otros, de los profesores José Manuel González Herrán, Salvador García Castañeda, Germán Gullón y, creo recordar, también el ha poco fallecido Anthony Clarke.
A Santander llegó Galdós en 1871, como se ha dicho, y de Torrelavega y Santander se despidió en el verano de 1917, al finalizar las representaciones de Marianela. Era su despedida de Cantabria y, puede decirse, del teatro.
 

Ya tenemos a la venta la 2ª edición del libro “El águila que descubrió su alma” de Jesús García Sánchez

El águila que descubrió su alma

 

…la mayoría de las águilas se muere a los cuarenta años no porque sus órganos hayan envejecido o enfermado, sino porque les cuesta mucho defenderse, volar y comer, ya que sus uñas se han tornado demasiado blandas; sus alas, muy pesadas; y su pico, excesivamente curvado. Sin embargo…

Después de esta breve reflexión se quedó observando el huevo de piedra. Surgió en su interior una gran inquietud e intentó apartar la mirada, pero ya no pudo pues emanaba de él un magnetismo muy poderoso, de naturaleza sagrada. Aquella roca, que en apariencia era una más, se abrió como una flor y comenzó a desprender vida, una vida que jamás había encontrado en ningún otro ser vivo. Aquella roca se había transformado en un fascinante corazón que palpitaba sólo atento al amor genuino, dicho con otras palabras, aquella roca se había transformado en el verdadero corazón de la tierra, en cuyo interior confluían al tiempo la energía del sol, la ligazón de la luna con cada uno de los seres vivos y la divinidad de las estrellas.

Horario de Navidad

MAXI DE LA PEÑA PUBLICA SU PRIMERA NOVELA ‘LAS NOCHES FRÍAS’

MAXI DE LA PEÑA PUBLICA SU PRIMERA NOVELA ‘LAS NOCHES FRÍAS’

Será presentada el miércoles 12 de diciembre en Librería Gil de Santander.

Después de crecer en el territorio literario a modo de catarsis con cuatro libros de poesía, el escritor y periodista Maxi de la Peña (Santander, 1962) cambia de registro para adentrarse en su hábitat más natural como es la narrativa. El miércoles, día 12 de este mes de diciembre, presenta en Librería Gil a partir de las 19.00 horas, su primera novela que lleva por título ‘Las noches frías’ (Ediciones Tantín), una historia que afronta la vulnerabilidad del ser humano contemporáneo pese a su lucha por sobrevivir. El autor estará acompañado en el acto por el escritor, editor y crítico, Luis Alberto Salcines, y el director de Ediciones Tantín, José Luis Fernández Gándara.

La novela no está sujeta a un género. De la Peña afirma que su primer esbozo “daba prioridad a la novela de carretera”, pero en diciembre de 2017 el guión, ya más configurado, tras un comienzo dramático mantiene el relato ‘road’ solo en los primeros capítulos. Se trata de una huida del protagonista masculino, el profesor de Lengua española, Fernando Sepúlveda, cuyo plan desesperado cambiará al ser invitado por un compañero de ruta, que conoce en el pub de un hotel, al Club Paraíso. Él, que se opone a la explotación sexual de las mujeres, cede a regañadientes. Aquí conoce a una prostituta española, Cristina, quince años más joven, que al día siguiente se fugará en dirección a Madrid con el desconocido viajero. Es a partir de este episodio en el que se produce un cambio de tuerca a la trama y en el que conviven el realismo, la intriga y el onirismo. La novela pasa a contar con un protagonismo bicéfalo.

‘Las noches frías’, relatada en tercera persona, tiene una prosa fluida e intensa, un ritmo atrapante y diálogos muy logrados; conviven lo real y lo onírico en las pesadillas que atormentan a Fernando en la primera parte de la narración; personajes secundarios como el proxeneta Nistal, el cacique Espigares, el abogado Santoro, la trans Amanda, la prostituta colombiana Totó, o Juana, madre de Cristina, ocupan un rol necesario en esta novela consistente, conmovedora y con un desenlace escalonado. “En definitiva, a los lectores les costará despegarse de su lectura por la empatía que transmite la pareja protagonista que vivirá una historia de amor, sexo y riesgo. Y en particular ha sido un reto moldear la complejidad de Cristina, la protagonista femenina”. El escritor santanderino ha concentrado en 187 páginas una inspirada ficción, tomando como referencia la longitud de ‘El túnel’ de Ernesto Sábato. “Me he alejado de la retórica virtuosa para alargar innecesariamente la novela, de las descripciones detalladas hasta la exasperación que nada aportan en mi opinión. Eso no impide que cuide el lenguaje, y qué lo varíe en según qué ambientes. De la poesía he aprendido a utilizar las imágenes que me han servido para dar unos brochazos y crear una atmósfera determinada o una escueta descripción que pueden ser recreadas por el propio lector”, explica Maxi de la Peña.

No se trata de una novela sobre la prostitución, aunque es evidente que forma parte como telón de fondo de ‘Las noches frías’. “La maternidad es un tema latente en esta obra literaria, de ahí que una manada de lobos se convierta en una metáfora. Aparece como una visualización fantástica, pero no lo es. Todo lo que se ha leído demanda una profunda reflexión”, apunta su autor.

Maxi de la Peña ha incluido citas de fragmentos de poemas o novelas, indistintamente, de diferentes autores a los que admira: “que enriquece la situación que lo requiere”. Sobre los nombres ficticios de algunas localidades como Reinamora, Marilla o Albatos pertenecen “a lo que yo denomino ‘eje del mal’. Quería reinventar sus denominaciones porque existen en la realidad”.

 

 

Mercado de Valles Pasiegos de Otoño

El Mercado de Otoño de los Valles Pasiegos, una cita tradicional en el calendario festivo de Liérganes, se celebrará este año de 12 al 14 de octubre. Este evento, habitualmente de dos días, tiene este año una novedad: durará en lugar de dos días, tres, aprovechando íntegramente el puente del Pilar, y se celebrará en el entorno del Puente Mayor y el río Miera. En esta ocasión el mercado responde al título de “Edición Candidatura Reserva de la Biosfera”.

Organizado por el Grupo de Acción Local de Valles Pasiegos, con  la colaboración de la Consejería de Medio Rural y el Ayuntamiento de Liérganes, hasta un total de 40 productores en otras tantas carpas se darán cita en esta villa,  uno de los pueblos más bonitos de España desde enero de 2016.

Santiago Rego, alcalde de Liérganes, ha expresado que este Mercado es “una oportunidad de mostrar,una vez más, los numerosos atractivos con los que cuenta el municipio, tanto desde el punto de vista de su oferta en restauración y gastronomía, como la historia y valor patrimonial que atesora su casco histórico, o la belleza que poseen sus paisajes y rincones naturales, entre otros muchos lugares de interés, que sin lugar a dudas no dejan indiferentes a ningún visitante.

Para ello, el servicio de información turístico ofrecerá de manera gratuita las visitas guiadas e interpretadas “Liérganes Monumental” que contempla un recorrido por el casco histórico de la localidad, una actividad que cuenta con una gran demanda y que resulta interesante para todas las edades”.

Se trata de un mercado de enorme calidad que atrae a varios miles de personas. Hay un tren cada hora hasta Liérganes, y este año se puede canjear el billete de dicho tren por un boleto para el sorteo de una cesta de productos típicos.Infórmate en el stand del Mercado.

En el programa figura una actividad gratuita de “Naturea Cantabria” con una ruta guiada e interpretada: “Las riberas del Miera”. Habrá dos rutas el viernes 12 a las 10,30 y 12,30. Tres rutas el sábado 13: 10,30 y 12,30 y 16,30. Y una ruta el domingo de clausura del mercado a las 10,30. La salida será desde el parking de la estación de FEVE y son 4 kilómetros de distancia con 1 hora y 45 minutos de duración. Plazas limitadas por grupo, según orden de llegada. Es decir, no hay reserva previa. Organizan  la Red Cántabra de Desarrollo Rural y Valles Pasiegos.

Este es el  apretado programa para un Mercado que, por primera vez, va a durar tres días:

• Viernes 12 de octubre:

-11,00. Apertura de la exposición fotográfica  “Pasiegos”, de Ana G. Breñosa, en la Casa de la Juventud (antiguo Matadero Local)

-11,00. Talleres y actividades infantiles

-11,00. Rocódromo infantil hasta las 14.00 y luego de 16,00 a 19,00.

-11,30. Visita guiada “Liérganes monumental. Salidas desde el Puente Mayor a las  11,30 y 17,00 horas.

-12.00. Inauguración oficial por las autoridades locales y regionales.

-12,30. Actuación de “El gran Julianini”

-17,30. Taller de fieltro con fibra de alpaca para niños y mayores impartido por Alpaca Trax.

-18.00. Segunda actuación para pequeños y mayores de “El gran Julianini”

-19,30. Sorteo de una cesta de productos de los valles pasiegos.

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• Sábado, 13 de octubre.

-11,00. Apertura exposición fotográfica  “Pasiegos”, de Ana G. Breñosa, en la Casa de la Juventud (antiguo Matadero Local).

-11,00. Talleres y actividades infantiles

-11,30. Visita guiada “Liérganes monumental”. Salidas desde el Puente Mayor a las  11,30 y 17,00 horas.

-12,00. Pasacalles a cargo de “Monstruos de la Universal. Rock an roll.

-17,30. Taller de elaboración de mermelada impartido por el Valle de Machucón.

-18,00. Actuación estelar de “El gran Julianini”.

-19,00. Pasacalles a cargo de “Monstruos de la Universal. Rock an roll.

-19,30. Sorteo de una cesta de productos de los valles pasiegos.

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• Domingo 14 de octubre.

–11,00. Apertura exposición fotográfica  “Pasiegos”, de Ana G. Breñosa, en la Casa de la Juventud (antiguo Matadero Local).

-11,00. Talleres y actividades infantiles

-11,30. Visita guiada “Liérganes monumental”. Salida desde el Puente Mayor.

-12,00. Animación del Grupo de panderetas “Chatarucias”.

-13,00. Actuación estelar de “El gran Julianini”.

-13,30. Sorteo de una cesta de productos de los valles pasiegos.

-14,00. Clausura del mercado.

Presentación del libro “175 Aniversario de la Guardia Civil. Anécdotas de tierra, mar y aire”

Presentación del libro “175 Aniversario de la Guardia Civil. Anécdotas de tierra, mar y aire”

Ediciones Tantín y El Corte Inglés tienen el placer de invitarle el próximo viernes día 21 de septiembre a la presentación del libro “175 Aniversario de la Guardia Civil. Anécdotas de tierra, mar y aire” del escritor José Manuel León Sánchez “.

La presentación tendrá lugar en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Santander a las 19 h.

Entrada libre hasta completar aforo.