Descripción
Autores: J. J. González Trueba y E. Serrano Cañadas
ISBN: 978-84-8102-466-1
Edita: Universidad de Cantabria
Nº de páginas: 372
Año: 2007
Es un libro que trata sobre montañas. Pero sobre todo de lo que envuelve a las montañas, de su proyección sobre nosotros y de aquello de lo que las hemos dotado, más que de ellas mismas. El ser humano ha sido capaz de añadir a la naturaleza de las montañas nuevos significados personales y culturales. En el libro se recoge la evolución de las ideas y sentimientos que se han generado en torno a las montañas cantábricas, a la relación del hombre con estas montañas, la construcción de un espacio vivido y sufrido, pero también soñado y disfrutado.
El libro propone una travesía intelectual y sentimental por estas montañas, desde las primeras alusiones entre el mito y la realidad, la montaña temida por la fragosidad de su relieve y la crudeza de su clima -la Mala Tierra-, al descubrimiento de la belleza de sus paisajes por parte de una pléyade de naturalistas, montañeros, viajeros, artistas y demás curiosos y entusiastas, cada uno de los cuales aportó su particular forma de sentir y comprender la montaña. Con su legado en forma de relatos de viaje y ascensiones, estudios científicos, mapas y fotografías, obras literarias y excepcionales pinturas, han conformado un poso cultural que contribuyó a divulgar todo un mundo suspendido en lo alto, muy cercano, pero aún por descubrir y recorrer con la fuerza de la razón y el corazón. Con estas fecundas aportaciones se fue disipando la niebla de la ignorancia, los miedos cayeron como las hojas en otoño, y a partir de ahí, el rechazo por la montaña se tornó en llamada, y el hostil medio montano considerado tan sólo como recurso, pasó a ser el refugio del ideal de lo natural, primero lo bello, lo sublime, más tarde, lo salvaje, en definitiva un espacio a valorar, y actualmente como un patrimonio que es necesario conservar. La difusión del sentimiento moderno de la montaña, en el caso de la Cantábrica, ha implicado una lenta evolución, pues supuso la irrupción de una nueva mirada, variable en cada momento histórico, pero en cualquier caso todo un avance cultural. Hoy en día, en un tiempo donde las agresiones al medio natural, desde la costa a la montaña, se suceden y multiplican, quizás es éste un sentimiento que hay que recordar, reforzar o divulgar; pues cuando la montaña es vista sin esta mirada sensible no se puede hablar de progreso, sino más bien de retroceso.