EVITAR LOS ACCIDENTES EN EL MAR

Vívido relato de un naufragio real

 

El autor cuenta los casos reales de naufragios que él ha vivido en primera persona, porque son barcos que ha conocido y compañeros que, como él, trabajaron a bordo de los mismos durante año. Y se ha tomado la enorme molestia de investigar muchos aspectos inéditos de un naufragio en concreto, un mercante de tamaño mediano, para dignificar entre otras cosas las humildes vidas de tantas víctimas de ese accidente marítimo. Personas que tenían nombres y apellidos, familias y amigos, todos ellos (como el barco) con un puerto de origen en común, por lo que se trató además de un drama muy concentrado. Como lo fue el Desastre del Machichaco en su día, en el Santander de finales del XIX.

Sin embargo, y es una de las enseñanzas más penosas del libro, a nadie ha parecido preocuparle tanto lo ocurrido. Había una especie de manto de silencio sobre la verdad del naufragio del Solangelo, por ejemplo, nombre ficticio de uno de los buques, que sin embargo es el relato de un caso de naufragio real. Un barco de verdad con una dotación que padeció las consecuencias de un problema o mejor dicho de varios, lo dejo a juicio del lector, y que algunos pagaron incluso con la vida. Personas tan inocentes como la propia mujer del Capitán, que poco tendría que ver con los condicionantes técnicos del buque que mandaba su marido, pero que como el resto se vio involucrada en las consecuencias del naufragio trágico.

 

 

¿Cuántos barcos se hunden cada día en el mundo?

 

Aunque parezca mentira, nadie lo sabe con exactitud. O, mejor dicho, casi nadie. Recuerdo perfectamente de mi estancia en Londres una conversación con un auditor que me contó que había visto, en los anales de naufragios del Banco Lloyd´s, especializado en el negocio marítimo, la gran cantidad de barcos que se van pique cada día en el mundo. Y me dijo que le había sorprendido muchísimo la cifra.

No te imaginas cuántos barcos se hunden cada día el mundo.

Y es que nosotros sólo nos enteramos de los naufragios más espectaculares, como el Costa Concordia o el Prestige, aunque ahí también puede haber una trampa. Porque todos sabemos lo que pasa cuando algo se hace público de manera muy intensa. Y es que a lo mejor interesa echarle la culpa a alguien de algo, como cuando los yanquis volaron su propio barco de guerra en el puerto de La Habana: el atentado de falsa bandera del USS Maine. Porque también existe el terrorismo de Estado naval, aunque sea un gran desconocido para la mayoría.

 

 

“Vientres de acero, corazones humanos”: una tesis sobre los accidentes que se pueden evitar

 

Lo que quiero decir, en línea con lo publicado por el autor de “Vientres de acero, corazones humanos”, es que lo que importa aquí es siempre la intención. Ver qué podemos sacar de cada tema, en este caso de la muerte trágica de los barcos, pues la verdadera razón puede ser ocultada o incluso cambiada para acusar en falso a terceros. Un caso reciente es ese famoso sabotaje en un petrolero británico, en aguas del Estrecho de Ormuz, el cual se pretendió utiliza contra la República de Irán. Porque la verdad es siempre la primera baja de toda guerra, pero también lo puede ser de un naufragio cualquiera en tiempo de paz.

Como ocurre con los accidentes de tráfico o aéreos, o ferroviarios, en los cuales se manipula muy a menudo lo sucedido para conseguir obtener un objetivo concreto, el cual normalmente es económico. Y no siempre un beneficio legítimo. Pero ahora, si queremos conocer la realidad del tráfico marino y la investigación de los accidentes en el mar, tenemos este magnífico y realista libro sobre casos reales de naufragios misteriosos.